domingo, 30 de marzo de 2014

Capítulo uno: #Agarramelaconlamano

 Una vez que pruebas lo dulce y confortante que es esa sensación, no puedes dejar de buscar más para saciar una sed inagotable de felicidad falsa. Desde el momento en el que ingresa a tu cuerpo, ya debes anticipar que será un viaje lleno de emociones y sentimientos jamás experimentados. Pero que también estará compuesto por dolor y llanto. Que tristeza.
 Sonreírle a la situación es una forma de enmascarar las lágrimas que nublan tus ojos y empapan tus mejillas. Donde el más fuerte puede ser el primero en caer, es a donde viven los que sufren por entregar todo y no recuperarlo. Abrazar a las espinas es cuestión de tiempo para el desesperado que no encuentra la luz de su oscuridad. Buscar no lo resuelve. Y esperando se nos pasa la vida. Se puede respirar una venenosa incertidumbre que te marea hasta dejarte tumbado entre las sabanas mirando el techo repitiéndote una y otra vez: ¿Por qué?
 Hoy es un nuevo día para sonreír. MENTIRA. Hoy es un nuevo día para volver a vivir el desamparo de la soledad que te acompaña todo el tiempo. Sentarse a pensar en que podría haber pasado si las decisiones eran distintas, es dejar pasar las horas revolviendo lo que nos lastima. Pero olvidarlo y no pensar en ello sería ignorar nuestra experiencia sin pensar en que si vuelve a suceder cometeremos los mismos errores. O tal vez solo sea dejar que la herida se cure sola. ¿Y sí eso no pasa? ¿Sí morimos desangrados por una pequeña abertura? ¿Será eso posible? Tantas preguntas y pocas respuestas son las cotidianidades de esta experiencia que vulgarmente llamaremos “Soledad confusa”

 ¡DIOS! ¿Qué carajos siento? Creo que ni yo sé lo que escribo. Para saberlo primero tendría que tener idea de que es lo que estoy sintiendo. Quizás, esto sea un reflejo de lo que vivo diariamente.



"Por las noches la soledad desespera" - Bersuit Vergarabat.